Tus ahorros en riesgo: el verdadero costo de usar la reserva internacional

Pocas cosas son tan gratificantes como ahorrar. Es reconfortante abrir la aplicación del banco en el celular y ver un saldo positivo: nos da la certeza de que contamos con recursos disponibles para enfrentar cualquier imprevisto, ahí, bien guardados en el banco. Pero la verdad es otra: lo que ves en ese momento no es más que una anotación contable. El dinero, en su mayor parte, no está; el banco ya lo prestó.

Esta revelación puede resultar angustiante. ¿Qué pasaría si vas al banco y, como tu dinero está prestado, la institución no tiene la liquidez (entiéndase los recursos disponibles) para devolvértelo? Para calmar estas preocupaciones, la ley bancaria obliga a los bancos a mantener ciertos niveles de liquidez. En términos simples, un porcentaje (alrededor del 10%) del dinero depositado, incluido el tuyo, no se presta, sino que se guarda. Así, el banco siempre tiene recursos disponibles para cubrir los retiros que los depositantes suelen hacer y algo más, confiando, claro, en que no lo hagan en masa al mismo tiempo.

Esto reduce un poco la angustia, porque, mientras no haya un pánico bancario generalizado, podrás retirar tu dinero sin problemas. Pero entonces surge otra pregunta: ¿qué hace el banco con esa liquidez? Naturalmente, la deposita en el banco central, que actúa como custodio de la liquidez del sistema financiero y asegura que los bancos cumplan con lo que deben guardar.

¿Y qué hace el banco central con ese dinero? Lo destina a la reserva internacional. Ahí sirve para compensar transacciones internacionales en las que participen personas ecuatorianas. Mientras la reserva internacional esté intacta y el banco central no la use para otros fines, puedes dormir algo tranquilo, porque hay niveles de liquidez suficientes para enfrentar los retiros habituales e, inclusive, ciertos niveles de retiros extraordinarios.

Pero, si el sistema tal como es no te parece suficientemente seguro, imagina esta situación hipotética que podría llenarte de angustia: un presidente, bajo cuyo control está el banco central, decide que la reserva es demasiado “improductiva” porque no genera intereses. En lugar de mantener esa liquidez ahí, opta por prestarla para obtener ganancias. ¿Y a quién le presta? ¡A él mismo, por supuesto! Así puede financiar sus obras e incrementar su capital político.

En este escenario, el ahorro que ves en la pantalla de tu celular se desvanece por completo. No hay nada. Cero. Solo te queda una promesa de devolución sin ningún respaldo. No hay ningún mecanismo efectivo para protegerte de los imprevistos, como un aumento en la demanda de retiros, porque la liquidez que debería protegerte se estaría usando para prestarle al peor prestatario imaginable: el estado central, que suele invertir mal el dinero, pagar sobreprecios y rara vez devolver lo prestado a tiempo.

Ese es el escenario que te ofrecen los políticos cada vez que, con la intención de ganar tu voto, prometen “usar la reserva internacional” porque “en Ecuador sí hay dinero” para gastar en obras. Lo que en realidad te están ofreciendo es gastarse la liquidez que asegura que el banco pueda devolverte tus ahorros. Te prometen dádivas pagadas con tu propia billetera, disfrazándolas con palabras rimbombantes y “técnicas”.

El uso de la reserva internacional para financiar el gasto público es una amenaza directa a la estabilidad financiera del país y al ahorro de los ciudadanos. Esa liquidez no es dinero disponible para el Estado, sino el respaldo que garantiza que los bancos puedan devolver los depósitos cuando se necesiten. Cada vez que un político promete “usar la reserva” para obras o programas, en realidad está proponiendo arriesgar el dinero de todos a cambio de beneficios políticos personales. La verdadera seguridad financiera no está en gastar esos fondos, sino en protegerlos de la tentación del uso irresponsable.